Poemas en Inglés es un blog que pretende acercar poemas de lengua inglesa al castellano
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Paul Muldoon -The Coney-
Wednesday, March 02, 2005
The coney Paul Muldoon (Ireland, 1951- )
Although I have never learned to mow I suddenly found myself half–way trough last year’s pea–ticks and cauliflower–stalks in our half–acre of garden. My father had always left the whetstone safely wrapped in his old, tweed cap and balance don one particular plank beside the septic tank.
This past winter he had been too ill to work. The scythe would dull so much more quickly in my hands than his, and was so often honed, that while the blade grew less and les a blade the whetstone had entirely disappeared and a lop – pared Money was now curled inside the cap. He whistled to me through the gap
in his front teeth; ‘I was wondering, chief, if you happen to know the name of the cauliflowers in your cold–frame that you still hope to dibble in this unenviable bit of ground?’ ‘They would be All the Year Round’ ‘I guessed as much’; with that he swaggered along the diving–borrad
and jumped. The moment he hit the water he lost his tattered bathing–togs to the swimming – pool’s pack of dogs. ‘Come in’; this flayed coney would parade and pirouette like Money on a spoon: ‘Come on in, Paddy Muldoon.’ And although I have a never learned to swim I would willingly have followed him.
El conejo. Aunque nunca he aprendido a segar de pronto me vi abriendo camino entre los tallos de guisante y los tronchos de coliflor del año pasado en nuestro jardín de apenas media hectárea. Mi padre siempre había dejado la piedra de amolar guardada con esmero dentro de su vieja gorra de obrero encima del mismo tablón maltrecho junto al foso de los desechos.
Este último invierno estaba demasiado enfermo para trabajar. La guadaña se desafilaba mucho más aprisa en mis manos que en las suyas, y se amolaba tan a menudo, que si la hoja fue mermando a ojos vista la piedra había desaparecido por completo y agazapado dentro de la gorra había un conejo de orejas pendientes. Me lanzó por el hueco entre sus dientes
un silbido; -Me preguntaba, jefe, si sabe usted la denominación de las coliflores en ese frío terrón que aún espera plantar en un pedazo de tierra tan poco envidiable. -Serían de esas de Variedad perdurable -Eso me había parecido; y sin más se pavoneó por el trampolín
y saltó. En cuanto cayó al agua perdió el harapiento taparrabos por causa de la jauría en la piscina. -Métete; el conejo despellejado desfilaba y hacía cabriolas como la miel por la cuchara: -Métete, Paddy Muldoon. Y aunque a nadar no he aprendido bien a gusto lo hubiera seguido.
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