John Milton -Paradise lost- Book four - |
Tuesday, March 08, 2005 |
Paradise Lost: Book Four John Milton (England, 1608-1674)
(...) While thus he spake, th' Angelic squadron bright Turned fiery red, sharpening in mooned horns Their phalanx, and began to hem him round With ported spears, as thick as when a field Of Ceres, ripe for harvest waving, bends Her bearded grove of ears which way the wind Sways them; the careful plowman doubting stands, Left on the threshing floor his hopeless sheaves Prove chaff. On th' other side, Satan, alarmed, Collecting all his might, dilated stood, Like Tenerife or Atlas, unremoved: His stature reached the sky, and on his crest Sat Horror plumed; nor wanted in his grasp What seemed both spear and shield. Now dreadful deeds Might have ensued; nor only Paradise, In this commotion, but the starry cope Of Heaven perhaps, or all the elements At least, had gone to wrack, disturbed and torn With violence of this conflict, had not soon Th' Eternal, to prevent such horrid fray, Hung forth in Heaven his golden scales, yet seen Betwixt Astraea and the Scorpion sign, Wherein all things created first he weighed, The pendulous round Earth with balanced air In counterpoise, now ponders all events, Battles and realms. In these he put two weights, The sequel each of parting and of fight: The latter quick up flew, and kicked the beam; Which Gabriel spying, thus bespake the Fiend: -- "Satan, I know thy strength, and thou know'st mine; Neither our own, but given; what folly then (...)
El Paraíso perdido. Parte Cuarta
(...) Mientras esto decía, ardían en enrojecido fuego los angélicos escuadrones, y desplegando en circular ala sus falanges, lo rodeaban, apuntándole con sus lanzas; como cuando en los campos de Ceres, maduras para la siega, se mecen las apiñadas espigas, inclinándose a uno y otro lado, según de donde se agita el viento, y el labrador las contempla con inquietud, temiendo que todos aquellos haces en que cifra su mayor logro, no vengan a convertirse en inútil paja. Alarmado Satán en vista de aquella actitud, hizo sobre sí un esfuerzo, y dilató sus miembros hasta adquirir las desmedidas proporciones y fortaleza del Atlas o el Tenerife. Toca su cabeza en el firmamento y lleva en su casco el Horror por penacho de su cimera; ni carece tampoco de armas, dado que empuña una lanza y un escudo. Tremenda lid se hubiera suscitado entonces, que no sólo el Paraíso sino la celeste bóveda hubiera conmovido en torno, y aun, puesto en grave conflicto todos los elementos a impulsos de choque tan irresistible, si previendo aquella catástrofe no hubiera el Omnipotente suspendido en el cielo su balanza de oro, que desde entonces vemos brillar entre Astrea y el Escorpión. En aquella balanza había pesado Dios todo lo creado; la tierra esférica en equilibrio con el aire; y ahora pesa del mismo modo los acontecimientos, la suerte de las batallas y de los imperios. Puso a la sazón en contrapeso el resultado de la fuga y el del combate, y el segundo subió rápidamente hasta dar en el fiel que lo señalaba; y entonces dijo Gabriel a su Enemigo: "Conozco, Satán, tus fuerzas como tú dices conoces las mías: ni unas ni otras nos pertenecen; Dios nos las ha prestado". (...)Labels: John Milton |
posted by Alfil @ 9:28 AM |
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