Jeffrey McDaniel -The day It rained splinters- |
Tuesday, March 22, 2005 |
The day it rained splinters Jeffrey McDaniel (EEUU, 1967- )
Lady Liberty, I understand your confusion, watching that first plane smash into the skyscraper, but surely
you could've swatted the second one from the air, or at least leaned forward and caught the people
who leaped. They jumped as humans and landed like meat. If only we'd put a hose in your fingers,
not a torch, you could've doused the flames. And where was God? Perhaps blessing some other country
for a change, as our fifty lucky stars sank into us like shark's teeth. The sky was a big black cloud,
and the cloud had feet. Now the celestial scoreboard reads: Allah 1, God 0. Soon the blood will flow,
but with so much dirt in our throats, how can revenge taste sweet? Carnage Asada is what they served
in the voluptuous borough of grief, lifting the hem of mayhem, feeding us a glimpse up the skirt of eternity.
Photos of the missing taped to every phone booth. Operator, call Batman, tell him we're stuck
in the first act of a blockbuster, and there's no normal to return to. Normal is entombed in the debris,
the l demolished like a building, the o a fireman's mouth opened in scream, as F-15's scrape like the nails
of a prostitute down the sky's chalkboard. What yardstick gets used to secure a measured response?
Already scuba divers have plunged into the melting pot.I hope they dig with sacred shovels, for there are spirits
in that rubble, the closest thing we have to holy land. But maybe those buildings were phoenixes. Doesn't
our language suggest that mess is merely a stop on the way to messiah? Before squashing all Arabs
into a sentence, like a four syllable word, with only one meaning, we should what becomes of the ashes.
Maybe a dab of those cinders will make irises bloom in the retinas of the blind, hair sprout
on a bald man's scalp, tulips erupt through sidewalk cracks. I mean, haven't they already
succeeded in making compassion gush from the tough leather of every New Yorker's heart?
El día que llovieron astillas
Señora Libertad, yo entiendo su confusión, mirando el primer avión chocar contra el rascacielo, pero seguramente
tu podrías haber golpeado al segundo desde el aire, o al menos haberte inclinado y atrapado a la gente
que brotaba. Ellos saltaban como humanos y aterrizaban como carne. Si tan solo hubiéramos puesto una manguera en tus dedos,
no una antorcha, tu habrías podido empapar las llamas. Y dónde estaba Dios? Quizás bendiciendo algún otro país
para variar, como si nuestras cincuenta estrellas de la suerte se nos hundieran como dientes de tiburón. El cielo era una gran nube negra,
y la nube tenía pies. Ahora el marcador celestial dice: Alá 1, Dios 0. Pronto la sangre fluirá,
pero con tanta tierra en nuestras gargantas, cómo puede la venganza saber dulce? Carnicería Asada es lo que sirven
en el voluptuoso distrito de la pena, levantando el dobladillo de lo mutilado, alimentándonos de un vistazo a la falda de la eternidad.
Fotos de los desaparecidos pegadas en cada cabina telefónica. Operadora, llame a Batman, digále que estamos atrapados
en el primer acto de un blockbuster, y no hay algo normal a donde regresar. Normal es sepultado en los despojos,
la l demolida como un edificio, la o es de un bombero su boca abierta en un grito, como el rasguño de un F-15 como las uñas
de una prostituta bajo la pizarra del cielo. Qué regla se acostumbra a asegurar una respuesta medida?
Ya los buzos se han sumergido dentro de la fundente olla. Espero que excaven con palas sagradas, porque allí hay espíritus.
en ese ripio, la cosa más cercana que tenemos a una tierra santa. Pero quizás esos edificios eran fénices. No
sugiere nuestro lenguaje que el desorden es meramente una parada en el camino al mesías? Antes de aplastar a todos los Árabes
en una sentencia, como una palabra de cuatro sílabas, con solo un significado, deberíamos (ver) qué sale de las cenizas.
Quizás un golpecito de esas cenizas harán que los irises florezcan en las retinas del ciego, que el pelo brote
en el cráneo de un hombre pelado, los tulipanes estallen entre las grietas de la vereda. Quiero decir, no han ellos ya
triunfado en hacer que la compasión se derrame desde el cuero duro de cada corazón de Neoyorkino?
Versión de Romina E. Freschi y Karina A. MaccióLabels: Jeffrey McDaniel |
posted by Alfil @ 5:36 AM |
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