Matthew Arnold -Dover beach- |
Saturday, May 06, 2006 |
Dover beach Matthew Arnold (1822-1888)
The sea is calm to-night. The tide is full, the moon lies fair Upon the straits;--on the French coast the light Gleams and is gone; the cliffs of England stand, Glimmering and vast, out in the tranquil bay. Come to the window, sweet is the night-air! Only, from the long line of spray Where the sea meets the moon-blanch'd land, Listen! you hear the grating roar Of pebbles which the waves draw back, and fling, At their return, up the high strand, Begin, and cease, and then again begin, With tremulous cadence slow, and bring The eternal note of sadness in.
Sophocles long ago Heard it on the {AE}gean, and it brought Into his mind the turbid ebb and flow Of human misery; we Find also in the sound a thought, Hearing it by this distant northern sea.
The Sea of Faith Was once, too, at the full, and round earth's shore Lay like the folds of a bright girdle furl'd. But now I only hear Its melancholy, long, withdrawing roar, Retreating, to the breath Of the night-wind, down the vast edges drear And naked shingles of the world.
Ah, love, let us be true To one another! for the world, which seems To lie before us like a land of dreams, So various, so beautiful, so new, Hath really neither joy, nor love, nor light, Nor certitude, nor peace, nor help for pain; And we are here as on a darkling plain Swept with confused alarms of struggle and flight, Where ignorant armies clash by night.
La playa de Dover
El mar está en calma esta noche. La marea está alta, y la luna descansa hermosa Sobre los estrechos – en la costa Francesa la luz Resplandece y se ha ido; los acantilados de Inglaterra se yerguen, Con luz tenue y vastos, allá en la tranquila bahía. Ven a la ventana, ¡el aire de la noche es dulce! En quietud, desde la larga línea de espuma Donde el mar se encuentra con la tierra palidecida por la luna,
¡Escucha! Puedes oír el rugir chirriante de las piedrecillas que las olas mueven hacia delante y hacia atrás, arrojándolas, a su regreso allá en el ramal de arriba, Comienza y cesa, y luego comienza otra vez, Con trémula cadencia disminuye, y trae La eterna nota de la tristeza.
Sófocles, hace mucho tiempo Lo escuchó en el Egeo, y trajo A su mente el turbo flujo y reflujo De la miseria humana, nosotros También encontramos un pensamiento en el sonido, Escuchándolo cerca de este distante mar del norte.
El Mar de la Fe También era uno, en su plenitud, y bordeaba las orillas de la tierra, yacía como los pliegues de una brillante diadema recogida. Pero ahora solamente escucho su rugir lleno de melancolía, largo y en retirada, alejándose, hacia el sereno de la noche nocturna, hacia los vastos bordes monótonos, y al aire libre hace guijarros al mundo.
Oh, mi amor, ¡seamos fieles el uno al otro! Pues el mundo, que parece que parece yacer ante nosotros como una tierra de sueños, tan variado, tan bello, tan nuevo, no tiene realmente ni gozo, ni amor, ni luz, ni certeza, ni paz, ni alivio para el dolor; Y estamos aquí como en una llanura sombría envueltos en alarmas confusas de batallas y fugas, donde los ejércitos ignorantes se enfrentan por la nocheLabels: Matthew Arnold |
posted by Alfil @ 1:24 PM |
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