Samuel Beckett -Enueg I- |
Tuesday, April 18, 2006 |
Enueg I Samuel Beckett (1906-1989)
Exeo in a spam tired of my darling's red sputum from the Portobello Private Nursing Home its secret things and toil the crest of the surge of the steep perilous bridge and lapse down blakly under the scream of the hoarding round the bright stiff banner of the hoarding into a black west trottled with clouds.
Above the mansions the algum-trees the mountains my skull sullenly clot of anger skewered aloft strangled in the cang of the wind bites like a dog against its chastisement.
I trundle along rapidly now on my ruined feet flush with the livid canal; at Parnell Bridge a dying barge carrying a cargo of nails and timber rocks itself softly in the foaming cloister of the lock; on the bank a gamg of down and outs would seem to be mending a beam.
Then for miles only wind and the weals creeping alongside on the water and the world opening up to the south across a travesty of champaign to the mountains and the stillborn evening turning a filthy green manuring the night fungus ant the mind annulled wrecked in wind.
I splashed past a little wearish old man, Democritus, scuttling along between a crutch and a stick, his stump caugth up horribly, like a claw, under his breech, smoking. Then because a field on the left went up in a sudden blaze of shouting and urgent whistling and scarlet and blue ganzies I stopped and climbed the bank to see the game. A child fidgeting at the gate called up: "Would we be let in Mister?" "Certainly" I said "you would." But, afraid, he set off down the road. "Well" I called after him "why wouldn't you go on in?" "Oh" he said, knowingly, "I was in that field before an I got put out. "So on, derelict, as from a bush of gorse on fire in the mountain after dark, or in Sumatra the jungle hymen, the still flagrant rafflesia.
Next:
a lamentable family of grey verminous hens, perishing out in the sunk field, trembling, half asleep, against the closed door of a shed, with no means of roosting. The great mushy toadstool, green-black, oozing up after me, soaking up the tattered sky like an ink of pestilence, in my skull the wind going fetid, the water...
Next:
on the hill down from the Fox and Geese into Chapelizod a small malevolent goat, exiled on the road, remotely pucking the gate of his field; the Isolde Stores a great perturbation of sweaty heroes, in their Sunday best, come hastening down for a pint of nepenthe or moly or half and half from watching the hurlers above in Kilmainham.
Blotches of doomed yellow in the pit of the Liffey; the fingers of the ladders hooked over the parapet, soliciting; a slush of vigilant gulls in the grey spew of the sewer.
Ah the banner the banner of meat bleeding on the silk of the seas and the artic flowers that do not exist.
Enueg I
Exeo en un espasmo cansado del esputo rojizo de mi amada de los asuntos secretos del Hospital Privado Portobello y avanzo hacia la cresta del peligroso puente en precipicio y él sobre mí lo cruzo desconcertadamente bajo el chirrido de la empalizada alrededor dela brillante entumecida bandera de la empalizada hacia un oscuro oeste ahogado entre nubes.
Sobre las casas árboles algummin las montañas mi cráneo hoscamente coágulo de ira clavado en la altura estrangulado por la argolla del viento muerde el mismo modo que un perro al que castigan.
Ruedo rápidamente sobre mis pies ruinosos a nivel mismo del lívido canal; cerca de Puente Parnell una muerte gabarra llevando cargamento de clavos y madera con suavidad oscila soble el claustro espumoso de la esclusa; lejos en la otra orilla unos pobres diablos parecen arreglar un armazón.
Luego durante millas el viento solamente y la prosperidad que se desliza muy cerca sobre el agua y el mundo abriéndose hacia el sur a través de un disfraz de campo hasta las montañas muerta al nacer la tarde ya casi verde inmundo estercolando el hongo de la noche y la mente abolida náufraga por el viento.
Chapoteé cerca de un viejecito con aire fatigado, Demócrito, / que caminaba aprisa entre una muleta y un bastón, cogido su muñon horriblemente, como garfio, bajo los pantalones, fumando. Luego porque a la izquierda estalló un campo en una repentina llamarada de gritos e insistentes silbidos y mazuelos color azul y rojo me detuve y subí sobre un ribazo para mirar el juego. Un muchacho nervioso me gritó desde fuera "Nos está permitido entrar, Señor?" "Naturalmente" dije "sí que está". Pero, atemorizado, se alejó por la calle. "Oye" grité tras él "¿por qué no entras?" "Oh" respondió, con aire inteligente, "estuve en este campo antes y me expulsaron". De esta manera sucesivamente deamparado como desde un matojo de aliaga ardiendo en la montaña después de oscurecer o en Sumatra, el himen de la jungla, la aún fragante rafflesia
Y luego:
lamentable familia de gallinas grises y verminosas, agonozando en medio de un campo en hondonada, temblando, adormiladas, contra el portón cerrado del refugio, sin poder apoyarse sobre el palo. La gran seta de pulpa venenosa, verdinegra, escupe sus miasmas sobtre mí, empapando el cielo desgarrado con tinta como de pestilencia, sobre mi cráneo se vuelve el viento fétido, el agua...
Y luego:
colina abajo desde Fox y Geese hacia Chapelizod una cabra malévola y pequeña, exilada en sendero, que raramente embiste las puertas de su prado; Almacenes Isolda perturbación enorme de los héroes sudados, vestidos de domingo, apresurados bajan en busca de una pinta de nepento o hierba moli o mitad y mitad desde donde miraban a los jugadores sobre el Kilmainham.
Borrones de amarillo sentenciado en el poso del Liffey, al parapeto unidos garfios de las escalas, incitando; légamo de gaviotas vigilantes en el vómito gris de la cloaca.
Ah la bandera de la carne que sangra en la seda de los mares y las flores del Ártico que no existen.Labels: Samuel Beckett |
posted by Alfil @ 6:17 PM |
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