Lewis Carroll -The hunting of the Snark- Fit the Sixth. The barrister's dream- |
Sunday, March 26, 2006 |
The hunting of the Snark Lewis Carroll (1832-1898)
Fit the Sixth 6.The barrister's dream
They sought it with thimbles, they sought it with care; They pursued it with forks and hope; They threatened its life with a railway-share; They charmed it with smiles and soap.
But the Barrister, weary of proving in vain That the Beaver's lace-making was wrong, Fell asleep, and in dreams saw the creature quite plain That his fancy had dwelt on so long.
He dreamed that he stood in a shadowy Court, Where the Snark, with a glass in its eye, Dressed in gown, bands, and wig, was defending a pig On the charge of deserting its sty.
The Witnesses proved, without error or flaw, That the sty was deserted when found: And the Judge kept explaining the state of the law In a soft under-current of sound.
The indictment had never been clearly expressed, And it seemed that the Snark had begun, And had spoken three hours, before any one guessed What the pig was supposed to have done.
The Jury had each formed a different view (Long before the indictment was read), And they all spoke at once, so that none of them knew One word that the others had said.
"You must know ---" said the Judge: but the Snark exclaimed "Fudge!" That statute is obsolete quite! Let me tell you, my friends, the whole question depends On an ancient manorial right.
"In the matter of Treason the pig would appear To have aided, but scarcely abetted: While the charge of Insolvency fails, it is clear, If you grant the plea 'never indebted.'
"The fact of Desertion I will not dispute; But its guilt, as I trust, is removed (So far as related to the costs of this suit) By the Alibi which has been proved.
"My poor client's fate now depends on you votes." Here the speaker sat down in his place, And directed the Judge to refer to his notes And briefly to sum up the case.
But the Judge said he never had summed up before; So the Snark undertook it instead, And summed it so well that it came to far more Than the Witnesses ever had said!
When the verdict was called for, the Jury declined, As the word was so puzzling to spell; But they ventured to hope that the Snark wouldn't mind Undertaking that duty as well.
So the Snark found the verdict, although, as it owned, It was spent with the toils of the day: When it said the word "GUILTY!" the Jury all groaned, And some of them fainted away.
Then the Snark pronounced sentence, the Judge being quite Too nervous to utter a word: When it rose to its feet, there was silence like night, And the fall of a pin might be heard.
"Transportation for lift" was the sentence it gave, "And *then* to be fined forty pound." The Jury all cheered, though the Judge said he feared That the phrase was not legally sound.
But their wild exultation was suddenly checked When the jailer informed them, with tears, Such a sentence would have not the slightest effect, As the pig had been dead for some years.
The Judge left the Court, looking deeply disgusted: But the Snark, though a little aghast, As the lawyer to whom the defense was entrusted, Went bellowing on to the last.
Thus the Barrister dreamed, while the bellowing seemed To grow every moment more clear: Till he woke to the knell of a furious bell, Which the Bellman rang close at his ear.
La caza del Snark
Canto sexto 6.El sueño del abogado
Lo buscaron con dedales, lo buscaron con cuidado. Lo persiguieron con tenedores y con esperanza. Lo amenazaron con una acción de los ferrocarriles. Lo cautivaron con sonrisas y jabón.
Pero el abogado, harto de demostrar —sin que nadie le hiciera caso— que el castor delinquía con sus labores de encaje, se durmió. Y en sueños vio claramente la criatura que en su fantasía hacía tanto tiempo que habitaba.
Soñó que estaba en un sombrío tribunal donde el snark, con un monóculo, toga y peluca, defendía a un pobre cerdo acusado de abandonar su pocilga.
Los testigos demostraron, sin duda ni error, que la pocilga estaba vacía; mientras el juez, con tenue cantinela, explicaba lo que la ley decía al respecto.
La acusación no llegó a formularse claramente. Según parece, el snark había hablado durante tres horas antes de que nadie pudiera imaginar qué es lo que presuntamente había hecho el cerdo.
Cada uno de los miembros del jurado había llegado a una conclusión diferente (mucho antes de que se leyera la acusación); y rompieron a hablar todos a la vez. Al final, ninguno de ellos supo qué habían dicho los demás.
“Deben saber…”, decía el juez. “¡Bobadas!”, exclamó el snark: “Esa ley es obsoleta. Déjenme que les diga, amigos, que este asunto depende de una antigua ley feudal.
“En cuanto a la traición, el cerdo aparece implicado, pero apenas fue cómplice. Y la acusación de insolvencia claramente no prospera. Si ustedes aceptan mi defensa, no debe nada.
“El hecho de la deserción no lo discutiré; pero confío en que no le tendrán por culpable, en lo relativo a las costas del pleito, pues se ha probado su coartada.
“El destino de mi pobre defendido depende de sus votos”. En este momento el orador se sentó en su sitio, y pidió al juez que mirase sus notas y resumiera brevemente el caso.
Pero el juez le confesó que nunca había resumido nada, por lo que el snark comenzó a resumir; y resumió tan bien que dijo mucho más de lo que habían dicho los testigos.
A la hora del veredicto, el jurado se inhibió por ser éste de difícil pronunciación; pero expresaron su esperanza de que al snark no le importase cumplir esa tarea también.
Así que el snark también dictó el veredicto, a pesar de que tantas obligaciones le tenían exhausto. Cuando pronunció la palabra ¡CULPABLE!, todo el jurado gruñó y hasta hubo quien se desvaneció.
Luego el snark dictó sentencia, ya que el juez estaba demasiado nervioso para pronunciar palabra. Cuando se puso en pie se hizo un gran silencio; ¡se habría oído caer un alfiler!
“Destierro de por vida”, fue la sentencia que dictó, “y que después pague una multa de cuarenta libras”. Todo el jurado aplaudió, aunque el juez declaró temer que la frase no fuese legalmente ortodoxa.
Pero su regocijo se apagó súbitamente cuando el carcelero les comunicó, con lágrimas en los ojos, que la sentencia no tendría el menor efecto ya que el cerdo llevaba muerto varios años.
El juez abandonó la sala profundamente disgustado. Pero el snark, aunque algo consternado, continuó bramando hasta el final, como corresponde al abogado a quien se ha encomendado la defensa.
Así soñaba el abogado, mientras el bramido parecía hacerse cada vez más claro, hasta que le despertó el furioso repique de una campana que el capitán tocaba junto a su oreja.Labels: Lewis Carroll |
posted by Alfil @ 5:05 PM |
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