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Roald Dahl -Cinderella-
Saturday, January 28, 2006
Cinderella
Roald Dahl (Wales, 1916-1990)


I guess you think you know this story.
You don't. The real one's much more gory.
The phoney one, the one you know,
Was cooked up years and years ago,
And made to sound all soft and sappy
just to keep the children happy.
Mind you, they got the first bit right,
The bit where, in the dead of night,
The Ugly Sisters, jewels and all,
Departed for the Palace Ball,
While darling little Cinderella
Was locked up in a slimy cellar,
Where rats who wanted things to eat,
Began to nibble at her feet.

She bellowed 'Help!' and 'Let me out!
The Magic Fairy heard her shout.
Appearing in a blaze of light,
She said: 'My dear, are you all right?'
'All right?' cried Cindy .'Can't you see
'I feel as rotten as can be!'
She beat her fist against the wall,
And shouted, 'Get me to the Ball!
'There is a Disco at the Palace!
'The rest have gone and 1 am jalous!
'I want a dress! I want a coach!
'And earrings and a diamond brooch!
'And silver slippers, two of those!
'And lovely nylon panty hose!
'Done up like that I'll guarantee
'The handsome Prince will fall for me!'
The Fairy said, 'Hang on a tick.'
She gave her wand a mighty flick
And quickly, in no time at all,
Cindy was at the Palace Ball!

It made the Ugly Sisters wince
To see her dancing with the Prince.
She held him very tight and pressed
herself against his manly chest.
The Prince himself was turned to pulp,
All he could do was gasp and gulp.
Then midnight struck. She shouted,'Heck!
Ive got to run to save my neck!'
The Prince cried, 'No! Alas! Alack!'
He grabbed her dress to hold her back.
As Cindy shouted, 'Let me go!'
The dress was ripped from head to toe.

She ran out in her underwear,
And lost one slipper on the stair.
The Prince was on it like a dart,
He pressed it to his pounding heart,
'The girl this slipper fits,' he cried,
'Tomorrow morn shall be my bride!
I'll visit every house in town
'Until I've tracked the maiden down!'
Then rather carelessly, I fear,
He placed it on a crate of beer.

At once, one of the Ugly Sisters,
(The one whose face was blotched with blisters)
Sneaked up and grabbed the dainty shoe,
And quickly flushed it down the loo.
Then in its place she calmly put
The slipper from her own left foot.
Ah ha, you see, the plot grows thicker,
And Cindy's luck starts looking sicker.

Next day, the Prince went charging down
To knock on all the doors in town.
In every house, the tension grew.
Who was the owner of the shoe?
The shoe was long and very wide.
(A normal foot got lost inside.)
Also it smelled a wee bit icky.
(The owner's feet were hot and sticky.)
Thousands of eager people came
To try it on, but all in vain.
Now came the Ugly Sisters' go.
One tried it on. The Prince screamed, 'No!'
But she screamed, 'Yes! It fits! Whoopee!
'So now you've got to marry me!'
The Prince went white from ear to ear.
He muttered, 'Let me out of here.'
'Oh no you don't! You made a vow!
'There's no way you can back out now!'
'Off with her head!'The Prince roared back.
They chopped it off with one big whack.
This pleased the Prince. He smiled and said,
'She's prettier without her head.'
Then up came Sister Number Two,
Who yelled, 'Now I will try the shoe!'
'Try this instead!' the Prince yelled back.
He swung his trusty sword and smack
Her head went crashing to the ground.
It bounced a bit and rolled around.
In the kitchen, peeling spuds,
Cinderella heard the thuds
Of bouncing heads upon the floor,
And poked her own head round the door.
'What's all the racket? 'Cindy cried.
'Mind your own bizz,' the Prince replied.
Poor Cindy's heart was torn to shreds.
My Prince! she thought. He chops off heads!
How could I marry anyone
Who does that sort of thing for fun?

The Prince cried, 'Who's this dirty slut?
'Off with her nut! Off with her nut!'
Just then, all in a blaze of light,
The Magic Fairy hove in sight,
Her Magic Wand went swoosh and swish!
'Cindy! 'she cried, 'come make a wish!
'Wish anything and have no doubt
'That I will make it come about!'
Cindy answered, 'Oh kind Fairy,
'This time I shall be more wary.
'No more Princes, no more money.
'I have had my taste of honey.
I'm wishing for a decent man.
'They're hard to find. D'you think you can?'
Within a minute, Cinderella
Was married to a lovely feller,
A simple jam maker by trade,
Who sold good home-made marmalade.
Their house was filled with smiles and laughter
And they were happy ever after.


La Cenicienta

"¡Si ya nos la sabemos de memoria!",
diréis. Y, sin embargo, de esta historia
tenéis una versión falsificada,
rosada, tonta, cursi, azucarada,
que alguien con la mollera un poco rancia
consideró mejor para la infancia...

El lío se organiza en el momento
en que las Hermanastras de este cuento
se marchan a Palacio y la pequeña
se queda en la bodega a partir leña.
Allí, entre los ratones llora y grita,
golpea la pared, se desgañita:
"¡Quiero salir de aquí! ¡Malditas brujas!
¡¡Os arrancaré el moño por granujas!!".
Y así hasta que por fin asoma el Hada
por el encierro en el que está su ahijada.
"¿Qué puedo hacer por ti, Ceny querida?
¿Por qué gritas así? ¿Tan mala vida
te dan esas lechuzas?". "¡Frita estoy
porque ellas van al baile y yo no voy!".
La chica patalea furibunda:
"¡Pues yo también iré a esa fiesta inmunda!
¡Quiero un traje de noche, un paje, un coche,
zapatos de charol, sortija, broche,
pendientes de coral, pantys de seda
y aromas de París para que pueda
enamorar al Príncipe en seguida
con mi belleza fina y distinguida!".
Y dicho y hecho, al punto Cenicienta,
en menos tiempo del que aquí se cuenta,
se personó en Palacio, en plena disco,
dejando a sus rivales hechas cisco.
Con Ceny bailó el Príncipe rocks miles
tomándola en sus brazos varoniles
y ella se le abrazó con tal vigor
que allí perdió su Alteza su valor,
y mientras la miró no fue posible
que le dijera cosa inteligible.
Al dar las doce Ceny pensó: "Nena,
como no corras la hemos hecho buena",
y el Príncipe gritó: "¡No me abandones!",
mientras se le agarraba a los riñones,
y ella tirando y él hecho un pelmazo
hasta que el traje se hizo mil pedazos.
La pobre se escapó medio en camisa,
pero perdió un zapato con la prisa.
el Príncipe, embobado, lo tomó
y ante la Corte entera declaró:
"¡La dueña del pie que entre en el zapato
será mi dulce esposa, o yo me mato!".
Después, como era un poco despistado,
dejó en una bandeja el chanclo amado.
Una Hermanastra dijo: "¡Ésta es la mía!",
y, en vista de que nadie la veía,
pescó el zapato, lo tiró al retrete
y lo escamoteó en un periquete.
En su lugar, disimuladamente,
dejó su zapatilla maloliente.

En cuanto salió el Sol, salió su Alteza
por la ciudad con toda ligereza
en busca de la dueña de la prenda.
De casa en casa fue, de tienda en tienda,
e hicieron cola muchas damiselas
sin resultado. Aquella vil chinela,
incómoda, pestífera y chotuna,
no le sentaba bien a dama alguna.
Así hasta que fue el turno de la casa
de Cenicienta... "¡Pasa, Alteza, pasa!",
dijeron las perversas Hermanastras
y, tras guiñar un ojo a la Madrastra,
se puso la de más cara de cerdo
su propia zapatilla en el pie izquierdo.
El Príncipe dio un grito, horrorizado,
pero ella gritó más: "¡Ha entrado! ¡Ha entrado!
¡Seré tu dulce esposa!". "¡Un cuerno frito!".
"¡Has dado tu palabra. Principito,
precioso mío!". "¿Sí? -rugió su Alteza.
--¡Ordeno que le corten la cabeza!".
Se la cortaron de un único tajo
y el Príncipe se dijo: "Buen trabajo.
Así no está tan fea". De inmediato
gritó la otra Hermanastra: "¡Mi zapato!
¡Dejad que me lo pruebe!". "¡Prueba esto!",
bramó su Alteza Real con muy mal gesto
y, echando mano de su real espada,
la descocó de una estocada;
cayó la cabezota en la moqueta,
dio un par de botes y se quedó
quieta...

En la cocina Cenicienta estaba
quitándoles las vainas a unas habas
cuando escuchó los botes, -pam, pam, pam-
del coco de su hermana en el zaguán,
así que se asomó desde la puerta
y preguntó: "¿Tan pronto y ya despierta?".
El Príncipe dio un salto: "¡Otro melón!",
y a Ceny le dio un vuelco el corazón.
"¡Caray! -pensó-. ¡Qué bárbara es su alteza!
con ese yo me juego la cabeza...
¡Pero si está completamente loco!".
Y cuando gritó el Príncipe: "¡Ese coco!
¡Cortádselo ahora mismo!", en la cocina
brilló la vara del Hada Madrina.
"¡Pídeme lo que quieras, Cenicienta,
que tus deseos corren de mi cuenta!".
"¡Hada Madrina, -suplicó la ahijada-,
no quiero ya ni príncipes ni nada
que pueda parecérseles! Ya he sido
Princesa por un día. Ahora te pido
quizá algo más difícil e infrecuente:
un compañero honrado y buena gente.
¿Podrás encontrar uno para mí,
Madrina amada? Yo lo quiero así...".

Y en menos tiempo del que aquí se cuenta
se descubrió de pronto Cenicienta
a salvo de su Príncipe y casada
con un señor que hacía mermelada.
Y, como fueron ambos muy felices,
nos dieron con el tarro en las narices.

Versión de de Miguel Azaola

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posted by Alfil @ 11:16 AM  
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