T.S. Eliot -The naming of cats- |
Wednesday, December 07, 2005 |
The naming of cats Thomas Stearns Eliot (Gran Bretaña, 1888-1965)
The Naming of Cats is a difficult matter, It isn't just one of your holiday games; You may think at first I'm as mad as a hatter When I tell you, a cat must have THREE DIFFERENT NAMES. First of all, there's the name that the family use daily, Such as Peter, Augustus, Alonzo or James, Such as Victor or Jonathan, George or Bill Bailey-- All of them sensible everyday names. There are fancier names if you think they sound sweeter, Some for the gentlemen, some for the dames: Such as Plato, Admetus, Electra, Demeter-- But all of them sensible everyday names. But I tell you, a cat needs a name that's particular, A name that's peculiar, and more dignified, Else how can he keep up his tail perpendicular, Or spread out his whiskers, or cherish his pride? Of names of this kind, I can give you a quorum, Such as Munkustrap, Quaxo, or Coricopat, Such as Bombalurina, or else Jellylorum- Names that never belong to more than one cat. But above and beyond there's still one name left over, And that is the name that you never will guess; The name that no human research can discover-- But THE CAT HIMSELF KNOWS, and will never confess. When you notice a cat in profound meditation, The reason, I tell you, is always the same: His mind is engaged in a rapt contemplation Of the thought, of the thought, of the thought of his name: His ineffable effable Effanineffable Deep and inscrutable singular Name.
El nombre de los gatos
El nombre de los gatos es una cuestión delicada, no es tan sólo uno de esos juegos para un día feriado; ustedes pensarán que estoy loco como un sombrerero cuando afirmo: un gato debe tener TRES NOMBRES DISTINTOS. Primero, está el nombre que la familia emplea a diario, como Pedro, Augusto, Alonso, Jaime, como Víctor o Jonás, Jorge o Bill Baily, todos ellos sensatos nombres cotidianos. Si suponéis que suenan mejor, existen nombres más fantasiosos, algunos para los caballeros, otros para las damas, como Platón, Admeto, Electra, Deméter, sensatos nombres cotidianos también estos. Pero yo sostengo que un gato debe tener un nombre exclusivamente de él, un nombre especial y más digno, de otro modo, ¿cómo podría mantener erguida su cola, o alardear de sus bigotes, o alimentar su orgullo? Nombres de esa clase yo puedo sugerirles muchos Mankustrap, Quaxo, o Coricopat, Bombalurina, o bien Jellylorum, nombres que nunca pertenecen a más de un gato. Pero además de esos nombres todavía queda otro, el nombre que jamás lograremos adivinar, el nombre que ninguna búsqueda humana puede descubrir pero que EL GATO CONOCE, aunque nunca habrá de confesarlo. Cuando sorprendan a un gato en intensa meditación, la causa, les advierto, es siempre la misma: su mente está entregada a la contemplación del pensamiento, del pensamiento, del pensamiento de su nombre, su inefable, efable, efinefable, profundo e inescrutable Nombre único.
Versión de Alberto GirriLabels: T.S. Eliot |
posted by Alfil @ 6:05 PM |
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EL BAUTIZO DE LOS GATOS
Bautizar a los gatos agita nuestras mentes, no se trata de un popular jueguecillo. Acaso pensaréis que me falta un tornillo cuando alegue que un gato en su vida concilia tres nombres diferentes. Viene primero el nombre que le da la familia, Augusto, por ejemplo, Pedro, Alonso o Jacinto, Víctor o Jonathán, Jorge o Perico Pinto, todos nombres sensatos, normales, cotidianos, aunque los hay de lujo, con ecos lisonjeros. Hallaréis para damas y para caballeros: Platón, Admeto, Electra, y el armonioso Uranos; todos ellos vocablos cuerdos y cotidianos. Pero sabed que un gato requiere un nombre suyo, un nombre peculiar y mucho más conspicuo; si no, ¿cómo podría su rabo alzar oblicuo, o atusar sus bigotes o vigilar su orgullo? De tal rango de nombres cate mentar un quórum: ¿Os gusta Munkustrap, Quaxo o Coricopato? ¿Qué tal Bombalurina, o quizá Jellylorum? Nombres son que jamás adopta más de un gato. Ah, pero todavía nos queda un tercer nombre, el nombre inviolado que a nadie se dirá, un nombre irreductible al esfuerzo del hombre; sólo el gato lo sabe, y no lo dice, ¡quiá! Cuando adviertáis que un gato cavila sin cesar, la razón, de seguro, será siempre la misma: fascinado ese gato, la mente se le abisma pensando el pensamiento de su propio pensar en aquel inefable, sublime archinotable profundo singular inescrutable Nombre.
Versión de Jaime García Terrés
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EL BAUTIZO DE LOS GATOS
Bautizar a los gatos agita nuestras mentes,
no se trata de un popular jueguecillo.
Acaso pensaréis que me falta un tornillo
cuando alegue que un gato en su vida concilia tres nombres diferentes.
Viene primero el nombre que le da la familia,
Augusto, por ejemplo, Pedro, Alonso o Jacinto,
Víctor o Jonathán, Jorge o Perico Pinto,
todos nombres sensatos, normales, cotidianos,
aunque los hay de lujo, con ecos lisonjeros.
Hallaréis para damas y para caballeros:
Platón, Admeto, Electra, y el armonioso Uranos;
todos ellos vocablos cuerdos y cotidianos.
Pero sabed que un gato requiere un nombre suyo,
un nombre peculiar y mucho más conspicuo;
si no, ¿cómo podría su rabo alzar oblicuo,
o atusar sus bigotes o vigilar su orgullo?
De tal rango de nombres cate mentar un quórum:
¿Os gusta Munkustrap, Quaxo o Coricopato?
¿Qué tal Bombalurina, o quizá Jellylorum?
Nombres son que jamás adopta más de un gato.
Ah, pero todavía nos queda un tercer nombre,
el nombre inviolado que a nadie se dirá,
un nombre irreductible al esfuerzo del hombre;
sólo el gato lo sabe, y no lo dice, ¡quiá!
Cuando adviertáis que un gato cavila sin cesar,
la razón, de seguro, será siempre la misma:
fascinado ese gato, la mente se le abisma
pensando el pensamiento de su propio pensar
en aquel inefable,
sublime archinotable
profundo singular inescrutable Nombre.
Versión de Jaime García Terrés