T.S. Eliot -Four Quartets- Little gidding- |
Wednesday, December 07, 2005 |
Four Quartets Thomas Stearns Eliot (Gran Bretaña, 1888-1965)
Little gidding
(...) In the uncertain hour before the morning Near the ending of interminable night At the recurrent end of the unending After the dark dove with the flickering tongue Had passed below the horizon of his homing While the dead leaves still rattled on like tin Over the asphalt where no other sound was Between three districts whence the smoke arose I met one walking, loitering and hurried As if blown towards me like the metal leaves Before the urban dawn wind unresisting. And as I fixed upon the down-turned face That pointed scrutiny with which we challenge The first-met stranger in the waning dusk I caught the sudden look of some dead master Whom I had known, forgotten, half recalled Both one and many; in the brown baked features The eyes of a familiar compound ghost Both intimate and unidentifiable. So I assumed a double part, and cried And heard another's voice cry: "What! are you here?" Although we were not. I was still the same, Knowing myself yet being someone other-- And he a face still forming; yet the words sufficed To compel the recognition they preceded. And so, compliant to the common wind, Too strange to each other for misunderstanding, In concord at this intersection time Of meeting nowhere, no before and after, We trod the pavement in a dead patrol. I said: "The wonder that I feel is easy, Yet ease is cause of wonder. Therefore speak: I may not comprehend, may not remember. "And he: "I am not eager to rehearse My thoughts and theory which you have forgotten. These things have served their purpose: let them be. So with your own, and pray they be forgiven By others, as I pray you to forgive Both bad and good. Last season's fruit is eaten And the fullfed beast shall kick the empty pail. For last year's words belong to last year's language And next year's words await another voice. But, as the passage now presents no hindrance To the spirit unappeased and peregrine Between two worlds become much like each other, So I find words I never thought to speak In streets I never thought I should revisit When I left my body on a distant shore. Since our concern was speech, and speech impelled us To purify the dialect of the tribe And urge the mind to aftersight and foresight, Let me disclose the gifts reserved for age To set a crown upon your lifetime's effort. First, the cold fricton of expiring sense Without enchantment, offering no promise But bitter tastelessness of shadow fruit As body and sould begin to fall asunder. Second, the conscious impotence of rage At human folly, and the laceration Of laughter at what ceases to amuse. And last, the rending pain of re-enactment Of all that you have done, and been; the shame Of things ill done and done to others' harm Which once you took for exercise of virtue. Then fools' approval stings, and honour stains. From wrong to wrong the exasperated spirit Proceeds, unless restored by that refining fire Where you must move in measure, like a dancer. "The day was breaking. In the disfigured street He left me, with a kind of valediction, And faded on the blowing of the horn.(...)
Cuatro cuartetos Little gidding
(…)En la hora incierta antes de mañana Cerca del final de la noche interminable En el fin recurrente de lo sin fin Después de que el oscuro palomo de lengua llameante Hubo pasado bajo el bajo el horizonte de su mensajera Mientras las hojas muertas tintineaban aún como estaño Sobre el asfalto donde un ningún otro sonido había Entre los tres distritos de donde subía el humo Encontré a alguién que andaba, araganeando y apresurado Como empujado hacía mí lo mismo que las hojas metálicas Que no ofrecen resistencia al viento urbano de la aurora. Y así que escrute aquel rostro cabizbajo Con esa aguda ojeada con la que desafiamos Al extraño recién conocido en la penumbra vespertina Capté la súbita mirada de algún maestro muerto A quien yo hubiese conocido, olvidado, recordado a medias Como uno y muchos a la vez; en los bronceados rasgos Los ojos de un espectro familiar y complejo. A la vez íntimo e inedintificable. Asumí pues un doble papel y exclamé Y oí la exclamación de otra voz. " ¡Cómo!, ¿estás tú aquí?" Aunque no estábamos. Yo era todavía el mismo, Y sin embargo me reconocía como algún otro Y a él como un rostro en formación aún; no obstante las palabras bastaron Para obligar al reconocimiento al que habían precedido. Y así, obedientes al viento común, Demasiado extraños el uno al otro para dejar de entendernos, Concordes, en esta hora de intersección, En encontrarnos en ninguna parte, ni antes ni después, Anduvimos en ronda muerta por el pavimento, Yo dije :"La extrañeza que experimento es sencilla, Aunque la sencillez es causa de extrañeza. Habla, por tanto: Puede que yo no entienda, puede que no recuerde." Y él: "No tengo el menor deseo de repetir La idea y teoría mías que has olvidado. Estas cosas llenaron su propósito: dejalas estar. Has lo propio con las tuyas, y ruega porque las perdonen Otros, igual que yo te ruego a ti que perdones a los malos como a los buenos. El fruto de la pasada estación ya ha sido comido Y la bestia ahíta ha de cocear el cubo vacío. Pues las palabras del pasado año pertenecen al lenguaje del pasado año Y las palabras del próximo año esperan otra voz. Pero, así como el paso no presenta ahora obstáculo Al espíritu inaplacado y peregrino Entre dos mundos que han llegado a parecerse mucho, Así yo encuentro palabras que no pensé decir nunca En calles que jamás pensé que visitara de nuevo Cuando abandone mi cuerpo en una orilla remota. Puesto que lo que nos concernía era el lenguaje y el lenguaje nos impulsaba A purificar el dialecto de la tribu y a apremiar la pre-visión y post-visión de la mente, Déjame descubrir los dones reservados a la vejez Para poner una corona sobre el esfuerzo de tu vida entera. Primero, la helada ficción del sentido que expira Sin encanto, no ofreciendo promesa Sino una insipidez amarga de fruto umbrío Así que alma y cuerpo empiezan a separarse. Segundo, la consciente impotencia de la rabia Ante la locura humana y la laceración De la risa ante lo que deja de divertirnos. Y por último, la pena desgarradora de recrear Todo cuanto habéis hecho, y sido; la vergüenza De motivos tarde revelados, y el tener conciencia De cosas mal hechas y hechas en perjuicio ajeno Que antaño tomasteis por virtuoso ejercicio. Pues la aprobación de los necios incita, y el honor se mancilla. De error en error el espíritu exasperado Prosigue, de no ser restaurado por ese fuego purificador Donde debéis moveros con medida, como un bailarín" Amanecía. En la calle desfigurada Me dejó, con una especie de despedida, Esfumándose al sonido de la trompeta. (...)Labels: T.S. Eliot |
posted by Alfil @ 4:31 PM |
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