John Keats -Ode on indolence- |
Saturday, June 18, 2005 |
Ode on indolence John Keats (1795-1821)
One morn before me were three figures seen, I With bowed necks, and joined hands, side-faced; And one behind the other stepp'd serene, In placid sandals, and in white robes graced; They pass'd, like figures on a marble urn, When shifted round to see the other side; They came again; as when the urn once more Is shifted round, the first seen shades return; And they were strange to me, as may betide With vases, to one deep in Phidian lore.
How is it, Shadows! that I knew ye not? How came ye muffled in so hush a masque? Was it a silent deep-disguised plot To steal away, and leave without a task My idle days? Ripe was the drowsy hour; The blissful cloud of summer-indolence Benumb'd my eyes; my pulse grew less and less; Pain had no sting, and pleasure's wreath no flower: O, why did ye not melt, and leave my sense Unhaunted quite of all but---nothingness?
A third time came they by;---alas! wherefore? My sleep had been embroider'd with dim dreams; My soul had been a lawn besprinkled o'er With flowers, and stirring shades, and baffled beams: The morn was clouded, but no shower fell, Tho' in her lids hung the sweet tears of May; The open casement press'd a new-leav'd vine, Let in the budding warmth and throstle's lay; O Shadows! 'twas a time to bid farewell! Upon your skirts had fallen no tears of mine.
A third time pass'd they by, and, passing, turn'd Each one the face a moment whiles to me; Then faded, and to follow them I burn'd And ached for wings, because I knew the three; The first was a fair maid, and Love her name; The second was Ambition, pale of cheek, And ever watchful with fatigued eye; The last, whom I love more, the more of blame Is heap'd upon her, maiden most unmeek,--- I knew to be my demon Poesy.
They faded, and, forsooth! I wanted wings: O folly! What is Love! and where is it? And for that poor Ambition---it springs From a man's little heart's short fever-fit; For Poesy!---no,---she has not a joy,--- At least for me,---so sweet as drowsy noons, And evenings steep'd in honied indolence; O, for an age so shelter'd from annoy, That I may never know how change the moons, Or hear the voice of busy common-sense!
So, ye three Ghosts, adieu! Ye cannot raise My head cool-bedded in the flowery grass; For I would not be dieted with praise, A pet-lamb in a sentimental farce! Fade sofdy from my eyes, and be once more In masque-like figures on the dreamy urn; Farewell! I yet have visions for the night, And for the day faint visions there is store; Vanish, ye Phantoms! from my idle spright, Into the clouds, and never more return!
Oda a la Indolencia
Una mañana vi ante mí tres figuras de perfil, inclinadas y unidas las manos. Y una detrás de la otra caminaban serenas con cómodas sandalias y túnicas graciosas. Pasaron cual relieves de una urna de mármol que giras para ver la otra cara; y volvieron de nuevo, como cuando se gira la urna otra vez y tornan las figuras primeras. Y me parecieron extrañas, como con los jarrones sucede a un experto en el arte de Fidias.
¿Cómo es que yo no os conocía, Sombras, y cubiertas vinisteis de tan secreta máscara? ¿Fue un silenciosa y oculta conjura para escaparos y en mis días de ocio dejarme sin tarea? Era la hora del sueño, la indolencia estival como nube bendita, me cerraba los ojos; débil era mi pulso, no punzaba el dolor ni el placer florecía. ¿Por qué no os marchasteis dejando mis sentidos sin ninguna obsesión salvo la nada?
Una tercera vez pasaron, y al pasar, un instante volvieron hacia mí la cabeza. Luego desvaneciéronse y para perseguirlas, ¡cómo anhelé unas alas! Pues conocí a las tres: la primera muchacha era el Amor, Ambición la segunda de pálidas mejillas y ojos fatigados por su continua vela, y en la más amada, sobre quien más la culpa se amontona, reconocí, indómita doncella, a mi Demonio y Poesía.
Ellas desvaneciéronse y quise tener alas. ¡Loco de mí! ¿Qué es el Amor? ¿Dónde está? Y que por esta pobre Ambición- brota del corazón del hombre en instante de fiebre -; que por la Poesía- no siendo un deleite, al menos para mí, tan dulce como días soñolientos o tardes repletas de indolencia -; ¡que no pueda vivir al abrigo de enojos y que nunca conozca cómo cambian las lunas, ni oiga activa la voz del sentido común!
Y una vez más volvieron a pasar, ay, ¿por qué? Mi sueño había sido un bordado de oscuros sueños, mi alma un césped salpicado de flores, sombras inquietas y confusas luces. Estaba la mañana gris y, aunque no llovió ,colgaban de sus párpados las lágrimas de mayo; la ventana oprimía la parra ya con hojas abierta al calor y al canto del tordo. ¡Oh Sombras!, era tiempo de deciros adiós, no cayeron en vuestras faldas lágrimas mías.
¡Así que adiós, Espectros! No podéis levantar mi cabeza del fresco lecho de hierba florida, porque no quedaría privado de elogios ¡un cordero mimado en lacrimosa farsa! Salid pues, de mi vista y sed una vez más enmascaradas formas de la urna soñada. ¡Adiós! Tengo de noche todavía otros sueños y provisión de débiles imágenes de día. Dejad, vanos Fantasmas, mi ánima ociosa, perdeos en las nubes y no volváis jamás.
Versión de Rafael LobarteLabels: John Keats |
posted by Alfil @ 4:41 AM |
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