Robert Lowell -Sailing home from Rapallo- |
Monday, May 02, 2005 |
Sailing home from Rapallo Robert Lowell (EEUU, 1917-1977)
Your nurse could only speak Italian, but after twenty minutes I could imagine your final week, and tears ran down my cheeks....
When I embarked from Italy with my Mother’s body, the whole shoreline of the Golfo di Genova was breaking into fiery flower. The crazy yellow and azure sea-sleds blasting like jack-hammers across the spumante-bubbling wake of our liner, recalled the clashing colors of my Ford. Mother traveled first-class in the hold; her Risorgimento black and gold casket was like Napoleon’s at the Invalides....
While the passengers were tanning on the Mediterranean in deck-chairs, our family cemetery in Dunbarton lay under the White Mountains in the sub-zero weather. The graveyard’s soil was changing to stone— so many of its deaths had been midwinter. Dour and dark against the blinding snowdrifts, its black brook and fir trunks were as smooth as masts. A fence of iron spear-hafts black-bordered its mostly Colonial grave-slates. The only “unhistoric” soul to come here was Father, now buried beneath his recent unweathered pink-veined slice of marble. Even the Latin of his Lowell motto: Occasionem cognosce, seemed too businesslike and pushing here, where the burning cold illuminated the hewn inscriptions of Mother’s relatives: twenty or thirty Winslows and Starks. Frost had given their names a diamond edge....
In the grandiloquent lettering on Mother’s coffin, Lowell had been misspelled LOVEL. The corpse was wrapped like panettone in Italian tinfoil.
Navegando hacia casa desde Rapallo
Tu enfermera sólo sabía hablar italiano, pero luego de veinte minutos pude imaginarme tu semana final, y las lágrimas corrieron por mis mejillas...
Cuando me embarqué en Italia con el cuerpo de mi madre toda la costa del Golfo di Genova estallaba en una vehemente flor. Los locos amarillos y azulados trineos acuáticos barrenando como martinetes en la estela de burbujeante spumante de nuestro barco, recordaban los estrepitosos colores de mi Ford. Mi madre viajaba en primera clase en la bodega; su ataúd Risorgimento, negro y oro, era como el de Napoleón en los Inválidos...
Mientras los pasajeros se tostaban en el Mediterráneo, en las sillas de cubierta, nuestro cementerio familiar en Dunbarton. se extendía debajo de las Montañas Blancas con un tiempo bajo cero. El suelo del cementerio se estaba convirtiendo en piedra, tantas de sus muertes habían ocurrido en pleno invierno. Sombríos y hoscos entre las cegadoras ventiscas, su negro arroyo y los troncos de sus abetos estaban lisos como mástiles. Una cerca de medias lanzas de hierro bordeaba de negro sus lápidas de pizarra, casi todas coloniales.
La única alma "antihistórica" que vino a parar allí era mi padre, ahora enterrado debajo de su reciente lonja de mármol de vetas negras sin desgastar. Aun el latín de su divisa de Lowell: Occasionem cognosce, parecía demasiado práctico y agresivo allí, donde el quemante frío iluminaba las inscripciones labradas de los parientes de mi madre; veinte o treinta Winslows y Starks. La escarcha les había otorgado a sus nombres un borde de diamante... En el grandilocuente rótulo sobre el féretro de mi madre, Lowell había sido erróneamente escrito LOVEL. El cadáver estaba envuelto como un panetone en papel de estaño italiano.
Versión de Alberto GirriLabels: Robert Lowell |
posted by Alfil @ 5:06 PM |
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