Henry Wadsworth Longfellow -The two angels- |
Sunday, May 08, 2005 |
The two angels Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882)
Two angels, one of Life and one of Death, Passed o'er our village as the morning broke; The dawn was on their faces, and beneath, The sombre houses hearsed with plumes of smoke.
Their attitude and aspect were the same, Alike their features and their robes of white; But one was crowned with amaranth, as with flame, And one with asphodels, like flakes of light.
I saw them pause on their celestial way; Then said I, with deep fear and doubt oppressed, Beat not so loud, my heart, lest thou betray The place where thy beloved are at rest!
And he who wore the crown of asphodels, Descending, at my door began to knock, And my soul sank within me, as in wells The waters sink before an earthquake's shock.
I recognized the nameless agony, The terror and the tremor and the pain, That oft before had filled or haunted me, And now returned with threefold strength again.
The door I opened to my heavenly guest, And listened, for I thought I heard God's voice; And, knowing whatsoe'er He sent was best, Dared neither to lament nor to rejoice.
Then with a smile, that filled the house with light, My errand is not Death, but Life, he said; And, ere I answered, passing out of sight, On his celestial embassy he sped.
'Twas at thy door, O friend! and not at mine, The angel with the amaranthine wreath, Pausing, descended, and with voice divine, Whispered a word that had a sound like Death.
Then fell upon the house a sudden gloom, A shadow on those features, fair and thin; And softly, from that hushed and darkened room, Two angels issued, where but one went in.
All is of God! If He but wave His hand, The mists collect, the rain falls thick and loud, Till, with a smile of light on sea and land, Lo! He looks back from the departing cloud.
Angels of Life and Death alike are His; Without His leave they pass no threshold o'er; Who, then, would wish or dare, believing this, Against His messengers to shut the door?
Dos ángeles
El ángel de la vida y el de la muerte un día pasaron con el alba sobre mi humilde aldea; la luz daba en sus rostros; cada cosa parecía con el humo un carruaje de penacho que ondea.
Iguales en su aspecto y en su actitud iguales, Idénticos sus rostros y sus nevadas vestes; mas el uno ceñía corona de inmortales, el otro de narciso y aureolas celestes.
De súbito pararon el vuelo; con espanto dije: “Corazón mío, si lates, con violencia descubrirás los seres queridos que amas tanto, los seres que hacen dulce y alegre tu existencia.”
Desciende el que narcisos ceñía. Llega, toca a mi puerta; mi alma dentro de sí se sume, cual fuente que, si tiembla la tierra, por la boca de hervoroso mana, al punto se consume.
Reconocí, temblando, las vagas agonías, las penas que en mi infancia de terror me llenaron y que en esos momentos feroces y sombríos con triplicadas fuerzas de mí se apoderaron.
Abrirle por fin la puerta al santo mensajero: a oír al Ser Supremo que todo bien ordena dispúteme callado, sin atreverme, empero, ni a sonreír de gozo ni a sollozar de pena.
Entonces, con sonrisa que iluminó mi estancia, Exclama: “Soy el ángel que anuncia sólo vida”; y antes de responderle, difundiendo fragancia, desapareció dejando mi vida oscurecida.
De tu hogar a las puertas llegase en el momento el ángel que ceñía corona de inmortales, y con frases henchidas de tristísimo acento pronunció, de la muerte los cantos sepulcrales.
Aquella faz de tu hija, graciosa y perfilada, marchitóse y tu pecho se colma de tristeza; un ángel entró solo, ¡oh amigo!, a tu morada, y dos de allí salieron volando con presteza.
Todo a Dios pertenece. Cuando extiende su mano apíñanse las nieblas, el cielo se encapota, hasta que sonriente mira el valle, el Océano, desde la oscura nube que huye a la región remota.
El ángel de la vida y el ángel de la muerte Jamás sin tu mandato de la morada abierta Traspasan los umbrales. ¿Quién pues, con mano fuerte Podrá a sus mensajeros cerrar audaz la puerta?
Versión de Ruperto S. GomezLabels: Henry Wadsworh Longfellow |
posted by Alfil @ 6:45 PM |
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