Judith Ortiz Cofer -The Latin Deli: an Ars Poetica- |
Sunday, December 05, 2004 |
The Latin Deli: an Ars Poetica Judith Ortiz Cofer (Puerto Rico, 1952- )
Presiding over a formica counter, plastic Mother and Child magnetized to the top of an ancient register, the heady mix of smells from the open bins of dried codfish, the green plantains hanging in stalks like votive offerings, she is the Patroness of Exiles, a woman of no-age who was never pretty, who spends her days selling canned memories while listening to the Puerto Ricans complain that it would be cheaper to fly to San Juan than to buy a pound of Bustelo coffee here, and to Cubans perfecting their speech of a “glorious return” to Havana –where no one has been allowed to die and nothing to change until then; to Mexicans who pass through, talking lyrically of dólares to be made in El Norte- all wanting the comfort of spoken Spanish, to gaze upon the family portrait of her plain wide face, her ample bosom resting on her plump arms, her look of maternal interest as they speak to her and each other of their dreams and their disillusions- how she smiles understanding, when they walk down the narrow aisles of her store reading the labels of packages aloud, as if they were the names of lost lovers: Suspiros, Merengues, the stale candy of everyone’s childhood. She spends her Slicing jamón y queso and wrapping it in wax paper Tied with string: plain ham and cheese that would cost less at the A&P, but it would not satisfy the hunger of the fragile old man lost in the folds of his winter coats, who bring her lists of items. that he reads to her like poetry, or the others, whose need she must divine, conjuring up products from places that now exist only in their hearts- closed ports she must trade with.
La Deli Latina: un Ars Poética
Preside desde el mostrador de formica, con la Madona y el Niño de plástico imantados por arriba de una antigua caja registradora, con olores embriagantes de latas abiertas de bacalao seco, racimos verdes de bananos colgando de sus palos como ofrendas votivas: ella es la Patrona de los Exilios, una mujer sin edad que nunca fue bonita, que pasa sus días vendiendo recuerdos enlatados mientras oye a los puertorriqueños quejarse de cuánto más barato sería volar a San Juan que comprar aquí dos kilos de café Bustelo; a los cubanos perfeccionando su discurso de un “glorioso retorno” a la Habana, donde a nadie se le permite morir ni cambiar hasta que llegue el día; a los mexicanos que pasan con la cantaleta de cuántos dolaritos van a ganar en El Norte, queriendo todos del español hablando, para contemplar el retrato de familia de su rostro ancho y plano, su busto generoso derramado en sus brazos regordetes, su mirada denotando interés cuando hablan con ella o entre sí De sus sueños y sus desilusiones. Cómo se ríe al comprender, cuando caminan por los pasillos angostos de su tienda, leyendo etiquetas de paquetes en voz alta como si fuesen nombres de amores perdidos: suspiros, merengues, los dulces racios de la infancia de cualquiera. Ella se pasa los días. rebanando jamón y queso y envolviéndolos en papel de parafina atado con mecate: puro jamón y queso más barato en el A&P, pero que no saciaría el hambre del viejo frágil perdido en los pliegues de su abrigo de invierno, que le trae listas de víveres y se los lee como poemas, o de los demás, cuyos antojos ella debe adivinar, conjurando productos de lugares que ahora sólo existen en sus corazones: puertos clausurados donde ella debe comerciar.
Versión de Zulai Marcela FuentesLabels: Judith Ortiz Cofer |
posted by Alfil @ 3:52 PM |
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