Silvia Plath -Tale of a tub- |
Sunday, November 07, 2004 |
Tale of a tub Silvia Plath (EEUU 1932-1963)
The photographic chamber of the eye records bare painted walls, while an electric light lays the chromium nerves of plumbing raw; such poverty assaults the ego; caught naked in the merely actual room, the stranger in the lavatory mirror puts on a public grin, repeats our name but scrupulously reflects the usual terror.
Just how guilty are we when the ceiling reveals no cracks that can be decoded? when washbowl maintains it has no more holy calling than physical ablution, and the towel dryly disclaims that fierce troll faces lurk in its explicit folds? or when the window, blind with steam, will not admit the dark which shrouds our prospects in ambiguous shadow?
Twenty years ago, the familiar tub bred an ample batch of omens; but now water faucets spawn no danger; each crab and octopus -- scrabbling just beyond the view, waiting for some accidental break in ritual, to strike -- is definitely gone; the authentic sea denies them and will pluck fantastic flesh down to the honest bone.
We take the plunge; under water our limbs waver, faintly green, shuddering away from the genuine color of skin; can our dreams ever blur the intransigent lines which draw the shape that shuts us in? absolute fact intrudes even when the revolted eye is closed; the tub exists behind our back; its glittering surfaces are blank and true.
Yet always the ridiculous nude flanks urge the fabrication of some cloth to cover such starkness; accuracy must not stalk at large: each day demands we create our whole world over, disguising the constant horror in a coat of many-colored fictions; we mask our past in the green of Eden, pretend future's shining fruit can sprout from the navel of this present waste.
In this particular tub, two knees jut up like icebergs, while minute brown hairs rise on arms and legs in a fringe of kelp; green soap navigates the tidal slosh of seas breaking on legendary beaches; in faith we shall board our imagined ship and wildly sail among sacred islands of the mad till death shatters the fabulous stars and makes us real.
Leyenda de una bañera
La cámara fotográfica del ojo registra las desnudas paredes pintadas, mientras la luz eléctrica reclina sus nervios cromados sobre la cruda cañería; tal es la pobreza que asalta al ego, atrapado desnudo en esa habitación de burda actualidad. El extraño en el espejo del lavabo adopta una mueca pública, repite nuestro nombre pero refleja escrupulosamente el terror habitual.
¿Qué tan culpables somos cuando el techo no revela fracturas que puedan descifrarse? Cuando el lavatorio no es convocado para nada mas sagrado que la ablución física, y la toalla secamente rechaza el acecho de esa cara de gnomo en su pliegues explicitos? O cuando la ventana, ciega de vapor, no admite la oscuridad que amortaja nuestras esperanzas en sombras ambiguas?
Veinte años atrás, la bañera familiar arrastraba una carga de presagios; pero ahora ya los grifos de agua no deshovan peligro; cada cangrejo y pulpo ( arrastrandose justo detrás de lo visible, esperando una ruptura accidental en su ritual de ataque) partieron definitivamente; el mar verdadero mar los niega y cubrirá de piel fantástica los honestos huesos.
Aceptamos la apuesta; nuestros miembros bajo agua vacilan, en un pálido verde, perdiendo estremecidos el color genuino de la piel. ¿Pueden nuestros sueños alguna vez desdibujar las inflexibles líneas que trazan el contorno que nos tiene encerrados? Los hechos absolutos interfieren aún cuando el ojo rebelde esta cerrado; la tina existe detrás nuestro, su superficie brillante es blanca y verdadera;
aún asì sus ridículos flancos desnudos reclaman la manufactura de una tela para cubrir tanta rigidez; la precisión está en las dimensiones; cada dìa nos demanda la nueva creación de nuestro mundo. Disfrazando el horror constante con un saco de ficciones en múltiples colores, enmascaramos el pasado en las praderas del eden, creemos que la fruta brillante del futuro puede brotar del ombligo del desperdicio actual.
En esta particular bañera, dos rodillas saltonas como témpanos, mientras asciende el pelo castaño del tiempo por brazos y piernas en una franja de algas; el jabón verde navega la espumosa marea rompiendo en playas legendarias; confiados abordaremos nuestras naves imaginarias, y bogaremos salvajemente por las islas sagradas de los locos, hasta que la muerte rompa en estrellas fabulosas y nos haga reales.
Versión de Alejandro MendezLabels: Silvia Plath |
posted by Alfil @ 5:24 PM |
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