Silvia Plath -Lesbos- |
Sunday, November 07, 2004 |
Lesbos Silvia Plath (EEUU 1932-1963)
Viciousness in the kitchen! The potatoes hiss. It is all Hollywood, windowless, The fluoresvent light wincing on and off like a terrible migraine, Coy paper strips for doors... Stage curtains, a widow's frizz. And I, love, am a pathological liar, And my child -look at her, face down on the floor, Little unstrung puppet, kicking to disappear- Why she is a schizophrenic, Her face red and white, a panic, You have stuck her kittens outside your window In a sort of cement well Where they crap and puke and cry and she can't hear. You say you can't stand her, The bastard's a girl. You who have blown your tubes like a bad radio Clear of voices and history, the staticky Noise of the new. You say I should drown the kittens. Their smell! You say I should drown my girl. She'll cut her throat at ten if she's mad at two. The bay smiles, fat snail, From the polished lozenges of orange linoleum. You could it him. He's a boy. You say your husband ist just no good to you. His Jew-Mama guards his sweet sex like a pearl. You have one baby, I have two. I should sit on a rock off Cornwall and comb my hair. I should wear tiger pants, I should have an affaire. We should meet in another life, we should meet in air, Me and you.
Meanwhile there's a stink of fat and baby crap. I'm doped and thick from my last sleeping pill. The smog of cooking, the smog of hell, Floats our heads, two venomous opposites, Our bones, our hair. I call you Orphan, orphan. You are ill. The sun gives you ulcers, the wind gives you T.B. Once you were beautiful. In New York, in Hollywood, the men said: "Through? Gee baby, you are rare",You acted, acted, acted for the thrill. The impotent husband slumps out for a coffee. I try to keep him in, An old pole for the lightning, The acid baths, the skyfuls off you. He lumps it down the plastic cobbed hill, Flogged trolley. The sparks are blue. The blue sparks spill, Splitting like quartz into a million bits.
O jewel! O valuable! That night the moon Dragged its blood bag, sick Animal Up over the harbor lights. And then grew normal, Hard and apart and white. The scal-sheen on the sand scared me to death. We kept picking up handfuls, loving it, Working it like dough, a mulatto body, The silk grits. A dog picked up your doggy husband. He went on.
Now I am silent, hate Up to my neck, Thick, thick. I do not speak. I am packing the hard potatoes like good clothes, I am packing the babies, I am packing the sick cats. O vase of acid, It is love you are full of. You know who you hate. He is hugging his ball and chain down by the gate That opens to the sea Where it drives in, white and black, Then spews it back. Every day you fill him with soul-stuff, like a pitcher. You are so eshausted. Your voice my ear-ring. Flapping and sucking, blood-loving bat. That ist that. That ist that. You peer from the door, Sad hag. "Every woman's a whore. I can't communicate".
I see your cute decor Close an anemone, that sea Sweetheart, that kleptomaniac. I am still raw. I say I may be back. You know what lies are for.
Even in your Zen heaven we shan't meet.
Lesbos
¡Depravación en la cocina! Chistan las patatas. Todo es muy Hollywood, sin ventanas, con la luz fluorescente pestañeando como una jaqueca terrible, modosas tiras de papel a guisa de puertas... Telones d teatro, bucle de viuda. Y yo, querida, soy una embustera patológica, y mi niña -mírala, boca abajo, en el suelo, como una marioneta sin hilos, pataleando para desparecer... Esquizofrénica perdida, con la carne roja y blanca, un verdadero susto, tú sacaste sus gatitos por la ventana, a una especie de pozo de cemento, donde cagan y vomitan y chillan sin que ella los oiga. Dices que no la puedes soportar, la hija de puta es una niña. Te has fundido las lámparas como una mala radio limpia de voces y de historia, el estático ruido de lo nuevo. Dices que debería ahogar a los gatitos. ¡Cómo apestan! Dices que debería ahogar a mi niña. Si a los dos años ya está loca, a los diez se rebanará el cuello. El niño sonríe, caracol gordo, desde los pulidos losanges del linóleo color naranja. Te lo comerías. Es un chico. Dices que tu marido no te vale para nada. Su judía mamá le guarda el encantador sexo como una perla. Tú tienes un niño, yo tengo dos. Debería sentarme en una roca frente a la costa de Cornualles, y peinarme el cabello. Debería llevar pantalones de tigre, debería liarme con alguien. Deberíamos encontrarnos en otra vida, encontrarnos en aire, tú y yo.
Mientras tanto, huele a grasa y a cagada de niño. Estoy amodorrada y torpe por culpa de la última píldora para dormir. El humazo de la cocina, el humazo del infierno, inunda nuestras cabezas, dos venenosos opuestos, nuestros huesos, nuestros cabellos. Te llamo la Huérfana, huérfana. Estás enferma. Al sol te salen úlceras, y el viento te pone tuberculosa. Fuiste bella una vez. En Nueva York, en Hollywood, los hombres decían. "¿Ya has acabado? Vaya, chica, eres un fenómeno". Tú fingías, fingías, por el gusto de hacerlo. El marido impotente renquea hacia la calle en busca de un café. Yo trato de que no se vaya, vieja estaca que atraiga los rayos, los baños de ácido, los cielos que se te desploman. Se lo traga todo mientras desciende por la colina empedrada de plástico, vapuleado carromato. Las chispas son azules. Las chispas azules se desparraman, escindiéndose como cuarzo en millones de trozos.
¡Oh joya! ¡Oh objeto precioso! Esa noche, la luna llevaba a rastras su saco de sangre, enfermo animal, por encima de las luces del puerto. Y luego se normalizó, dura y distante y blanca. El escamoso lustre de la arena me daba un miedo mortal. Nos entretuvimos en cogerla a puñados, amándola, amasándola, cuerpo mulato, sémola de seda. Un perro recogió a tu perrudo marido. Pasó de largo.
Ahora estoy callada, con el odio hasta la barbilla, espeso, espeso. No hablo. Estoy empaquetando las duras patatas como su fueran ropa de vestir, estoy empaquetando a los niños, estoy empaquetando a los gatos enfermos. Oh recipiente de ácido, es de amor de lo que estás llena. sabes a quién odias. Él está abrazado a su bola y a su cadena, allá abajo, en el portal que da al mar en el punto en que se mete, blanco y negro, para escupirse luego. Tú lo rellenas todos los días de material anímico, como un jarro. Estás cansada. Tu voz es un pendiente en mi oreja, que aletea y que chupa, como un murciélago sanguinario. Eso es. Ya está bien. Fisgas desde la puerta, triste bruja. "Todas las mujeres son unas putas. No logro comunicar con nadie".
Veo tu ambiente tan bien descompuesto cerrarse sobre ti como el puño de un niño o una anémona, esa novia del mar, esa cleptómana. Yo todavía estoy cruda. Digo que quizá vuelva. Ya sabes para qué sirven las mentiras. No hemos de encontrarnos ni en tu cielo Zen...
Versión de Ramon BuenaventuraLabels: Silvia Plath |
posted by Alfil @ 7:34 PM |
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